Mediación intercultural: enfoque práctico

Basándonos en las experiencias de los profesionales de ABC Translink, hablaremos hoy sobre algunas de las problemáticas concretas que puede encontrar un intérprete de mediación social.

La primera barrera que elimina el intérprete es la idiomática. La segunda es la social. El mediador, con sus conocimientos sobre la realidad cultural del solicitante, suprime ese desconocimiento que nos lleva, en ocasiones, a pensar u opinar erróneamente sobre cuestiones raciales, religiosas o ideológicas. Es ahí donde la labor del intérprete intercultural se hace esencial. Veamos algún caso:

  • Debemos acompañar a una persona solicitante de asilo que proviene de un país en guerra. Sus vivencias han sido duras, física y psicológicamente y los servicios sociales te encomiendan acompañarle a una consulta con un psiquiatra.
  • Nos encargan asistir a una reunión en un colegio en el que los profesores de un alumno con un leve grado de autismo quieren proponer a los padres unas clases de apoyo.

Además de las dificultades derivadas de la crudeza de la situación planteada y de las consideraciones éticas y empáticas de la misma, nos encontramos con dos cuestiones esenciales que en un primer momento, y para alguien ajeno a la interpretación social, podrían pasar desapercibidas:

Por un lado, el profesional olvida o no es consciente, de que la realidad social de la otra persona puede ser completamente distinta a la nuestra. Eso implica que la forma de plantear el asunto ha de ser totalmente distinta a como se enfocaría con una persona de una procedencia cultural similar.

Por otro lado, el desconocimiento del solicitante sobre los derechos, obligaciones y realidad social del lugar de acogida  dificulta la admisión de cambios o alteraciones en su rutina, que otras personas darían por bienvenidas.

¿Cómo explicar el concepto de estrés post-traumático a alguien que no sabe lo que es? ¿Cómo hacer entender lo que implica el autismo a unos padres que piensan que su hijo es, simplemente, algo solitario? ¿Cómo lograr que el psiquiatra entienda que los términos médicos ni siquiera tienen un equivalente en el repertorio lingüístico de su paciente? ¿Cómo conseguir que los profesores sean conscientes de que explicar a esos padres que su hijo sufre un trastorno neurobiológico es prácticamente imposible?

Encontrar el equilibrio entre ambos extremos y lograr el objetivo de transmitir y trasladar el fondo del mensaje correctamente es donde radica la dificultad que el intérprete/mediador debe superar.

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