Hoy hablamos de… la traducción para niños.

¿Crees que escribir o traducir para niños es un trabajo sencillo? Por experiencia podemos asegurarte que no. Si tienes hijos, sobrinos o nietos sabrás perfectamente de lo que estamos hablando, de la dificultad que tiene mantener una comunicación fluida con unas personas muy jóvenes, con un vocabulario limitado, pero con una intuición, un ingenio y una capacidad de comprensión instantánea que puede llegar a asustar. Traducir material didáctico, videojuegos, películas o entornos web para los más pequeños de la casa no es un juego de niños, sino un trabajo que exige toda la atención, profesionalidad y saber hacer de los mejores traductores.

Hoy en el blog de ABC Translink reflexionamos sobre un tema tan desconocido como apasionante: la traducción para niños.

Traducción infantil ABC Translink

Los tópicos.

Cuando los traductores más jóvenes se enfrentan a su primera traducción para niños suelen caer en un grave error sobre este tipo de traducciones: creerse el falso tópico de que traducir contenidos para niños es mucho más sencillo que traducir para el consumidor adulto. Casi sin darse cuenta, estos traductores suelen cometer dos tipos de equivocaciones:

  • Bajan la guardia y no dedican ni el mismo tiempo ni el mismo esfuerzo al trabajo de traducción.
  • Adoptan un tono aleccionador o didáctico llegando, incluso, a sustituir, ampliar, simplificar o explicar por su cuenta y riesgo ciertas partes del contenido. De esta forma, el traductor incurre en uno de los errores más graves del oficio: manipular el texto original y no respetar fielmente el contenido que el autor tenía la intención de trasmitir.

 

El vocabulario.

Aparentemente, el vocabulario, las frases hechas o los giros idiomáticos de los contenidos redactados para un público infantil son sencillos y adaptados a los conocimientos lingüísticos propios de su edad. Pero la aparente sencillez de los textos infantiles es un arma de doble filo.

Si te fijas en los contenidos infantiles verás que, en muchos casos, el autor cuenta con que los textos serán leídos en voz alta (oralidad) y juega con la musicalidad de las palabras o, incluso, introduce voces o sonidos que solo tienen significado en la cultura del país de origen del contenido: rimas, refranes, adivinanzas, imitación de voces de animales, onomatopeyas populares, etc. Por ejemplo, el kikirikí del gallo en español se traduciría en inglés como cock-a-doodle-doo, el guau del perro sería woof, etc.

Como ves, esta forma de trasmitir ideas, sentimientos y sensaciones a los niños va mucho más allá del trabajo de conocer y manejar el vocabulario básico de un idioma y esconde uno de los trabajos más arduos de cualquier proyecto de traducción profesional: la localización.

¿Creías que traducir para niños era fácil? ¿Qué opinas ahora? Deja tus comentarios aquí, en el blog de ABC Translink.

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