Aunque no lo queramos reconocer, a todos nos gusta la buena publicidad. Esos eslóganes graciosos, sorprendentes o pegadizos que pasan a formar parte de nuestra vida casi sin darnos cuenta. Por ejemplo ¿recuerdas?:
– Si no hay casera, nos vamos.
– Busque, compare y si encuentra algo mejor ¡cómprelo!
– El algodón no engaña.
– ¿Te gusta conducir?
– Porque yo lo valgo.
Y tantos y tantos otros.
En un mercado globalizado y competitivo, saturado de productos y servicios, la importancia de de los mensajes publicitarios es innegable. Todas las empresas, grandes y pequeñas, se esfuerzan en trasmitir las bondades de sus productos y servicios a sus exigentes clientes. Conseguir crear una buena publicidad en un idioma es complicado, pero trasladarla a otro idioma es… tarea de profesionales.
Traducir textos publicitarios no consiste solo en trasladar palabras de un idioma a otro ya que en la mayoría de los casos esas palabras y frases perderán todo su sentido original. Tampoco consiste en inventarse una idea publicitaria nueva ni, por supuesto, en cambiar el mensaje que la marca quiere lanzar a sus clientes.
Entonces ¿cuál es el secreto de la publicidad traducida?:
La correcta localización.
Localización. Seguro que has leído esa palabra en otras webs de traducción, pero ¿sabes lo que significa?
“Localizar” aplicada al sector de la traducción significa adaptar el mensaje a la idiosincrasia propia del país al que vaya destinado. Conocer a fondo los giros idiomáticos, las palabras o frases del idioma “de la calle” para, finalmente, trasladar en palabras el sentido real del mensaje original.
Pero ¿cómo conseguirlo?
Contando con profesionales de la traducción y la interpretación que tengan como lengua materna la que van a traducir o, en su defecto, que hayan pasado largos años inmersos en la cultura del idioma a interpretar.
En fin, este es uno de los pequeños secretos del mundo de la traducción publicitaria: comprender el mensaje original, localizar el mercado destino y adaptar el texto a la personalidad del cliente final.
Traducir los textos publicitarios se convierte, así, en una necesidad vital para todas esas empresas grandes o pequeñas que se han embarcado en un proceso de internacionalización. Y, como dice el eslogan (sin traducir): Just do it!
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